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Santa o Bruja

La historia de la mujer, es un cuento de amor y dolor de nunca acabar, debido a que aun en esta época, la historia se está escribiendo con tinte masculino, y todo lo que ellos no pueden explicar en torno a nosotras lo relacionan con la maldad, mientras que nuestras virtudes –que son de su agrado- las relacionan con la santidad, la virginidad, lo bondadoso.

Por muchos años, de liberación, por muchas instituciones de defensa de nuestros derechos, por mucho lenguaje no sexista que haya en la constitución, somos unas brujas todas y en el mejor de los casos somos santas. Pero si para ser santa hay que ser casta y de paso, poner la otra mejilla, para que nos sigan pateando, prefiero ser la bruja del cuento de hadas.

El asunto es, que las únicas víctimas del mundo, han sido los hombres y no las mujeres, ellos han tenido que soportar mujeres como Eva, que solita se comió una manzana y que obligó al pobre Adan a probar, motivo por el cual, dejaron de vivir felices en el paraíso. Historias como la de Eva, Dalila, Cleopatra, Helena, Teodora, Lorena Bobby, Griselada Blanco, encierran el miedo a lo inexplicable, a la búsqueda de un culpable que muchas veces está en la mente de quien relata la historia. Las mujeres hemos sido sin duda, la causa de traer el mal al mundo, de impedir al hombre ser él mismo, debido a que ellos no tienen el poder de nosotras controlar el instinto y por lo tanto obstaculizamos su espiritualidad e interrumpimos el camino a la salvación. Siendo nosotras las culpables de la pérdida del paraíso.

Como contraparte, están las santas o vírgenes, debido a que no podemos ser simples seres humanos tenemos que demostrar nuestra bondad en la santidad o virginidad, que es una característica propia de las madres, en las mujeres buenas, las niñas que se portan bien, que no salen de su casa, en la esposa que es fiel y que por muchas cosas que haga el marido está allí, soportando –eso si- en silencio y dispuesta a ser feliz a ese hombre sin importar cuán feliz es ella.

También es santa la mujer que no habla del marido; recientemente con unos compañeros de trabajo estábamos hablando de la integridad de una mujer, y ellos objetaron mi opinión sobre una mujer pública -que prefiero no develar nombre- quien para ellos no era integra porque había salido a dar declaraciones de su ex marido y que eso no lo debe hacer una mujer correcta. En efecto, una mujer para ser santa tiene que tener todas las características dichas anteriormente y nunca defenderse de un hombre, debido a que deja de serlo.

En fin, la mujer debe cuidar su reputación, porque de lo contrario viene un hombre cantando a decir que su reputación son las 6 primeras letras de esa palabra, así mismo debe ser buena, dar el ejemplo y sublevarse, para poder ser considerada como santa y no como bruja.

Lo peor de todo, es que podemos ser santas en un momento, pero cuando no nos comportamos dentro de los criterios establecidos por ellos de bondad, automáticamente podemos pasar a ser brujas, interesadas, aprovechadoras y pare de contar.

Una mujer bruja, puede ser aquella que no se quedó callada ante los atropellos psicológicos, morales y económicos de su expareja, debido a que, después de construir una vida juntos, tiene que defenderse con leyes, amenazas y abogados, para que se le pueda reconocer su aporte a la comunidad conyugal. Pero, por exigir lo que le corresponde es una mujer mala.

No es fácil ser mujer, no es fácil vivir con el estigma de la crítica masculina, en la que todo depende de una reputación que es tan cuestionada y tan frágil, que llega a depender de los miedos y egoísmos que ellos tienen, de sí mismos, pero que solo nos afectan solo a nosotras.

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