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Andragogía y Estructuras Organizativas



A Mary Parker Follett cuando le hablaban de problemas económicos, políticos, o de otra índole,  decía: “No tenemos problemas políticos, no tenemos problemas económicos, tenemos problemas humanos con la economía, problemas humanos con la política”.
Pese a que considero que no podemos separar el desempeño humano de los diferentes hechos teóricos presentes en la economía, la política y en este caso, la administración, voy a plantear como un problema humano el que se presenta al momento de interpretar las funciones administrativas en las prácticas docentes basadas en la filosofía  andragógica.
Las instituciones educativas, tanto universitarias como de escuela básica y diversificada, están colmadas de estructuras administrativas que rigen los procesos y procedimientos que hacen posible la formación.  Tras un maestro que  se dirige a un grupo de estudiantes, hay toda una serie de funciones estructuradas organizativamente, que actúan sobre éste como un panóptico; en palabras de Foucault  “el efecto mayor del Panóptico: inducir un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder” (p. 233)
Michael Foucault  en su obra vigilar y castigar hace toda una interpretación del resultado organizacional que poseen las instituciones en la actualidad. El asunto es que cuando nos liberamos de las teorías dominadoras de la administración, que hacen de nosotros una masa que obedece y es vigilada como en un panóptico que nos impide comunicarnos con el de al lado, nos controla la hora de salida, entrada, comida y funciones que cumple cada uno en relación al otro, donde somos vistos por un vigilante que a su vez es visto por otro vigilante; las estructuras mismas nos condenan.  
En el panóptico de Bentham que fue una figura arquitectónica construida en forma de anillo bastaba con colocar un vigilante en el centro, para observar a cada enfermo, loco o condenado; cuando alguno de ellos no atendía el llamado de entrada o salida a comer, tomar el sol o tomar el medicamento, inmediatamente el vigilante se reportaba y se sometía al faltante, pero cuando se negaba tras la fuerza,  se decretaba su locura, siendo necesario para ello la medicación.   
Dice Foucault,  que esta es la base de la organización que conocemos en la actualidad,  las escuelas, los hospitales y las cárceles poseen en sí, la misma estructura, en la escuela los niños llegan y hacen una formación en filas, acuden a un salón de clase dirigidos por un maestro que los organiza sentados en filas y columnas, mientras se dirige a todos para explicarles  (enseñarles) los diferentes temas que deben aprender y prosigue independientemente de que a uno u otro le cueste alcanzar el objetivo que tiene planteado el maestro, lo peor de todo, es cuando hay uno o varios de los estudiantes que no alcanzan el objetivo (lo que el sistema interpreta como que “no aprendieron”) a ellos se les califica por debajo de la nota aprobatoria.  Esto es lo que Foucault define como el castigo. 
Esta estructura ha cambiado un poco en las instituciones educativas venezolanas, de ninguna manera ha sido fácil, más de una vez escuché maestros decir: “es que ahora no se puede raspar a los malos estudiantes”, el asunto es que los cambios revolucionarios que vivimos en Venezuela implica romper con esas estructuras vigilantes y castigadoras. 
Sin embargo, de allí vienen los problemas humanos con las estructuras organizativas, quienes dirigen las instituciones educativas en la actualidad, fueron educados en panópticos, instituciones vigilantes y castigadoras de las que no se pueden desprender con facilidad.
Específicamente en la UNESR que desde su nacimiento fue concebida como una institución andragógica, con el firme propósito de profesionalizar a personas adultas, responsables y con diferentes experiencias individuales, la concepción panóptica de la universidad sufrió una ruptura en sus bases.   En la UNESR los estudiantes participan en su proceso de aprendizaje, no son personas atendidas por un vigilante que les dice por dónde y a donde ir en los asuntos del conocimiento,  pero a su vez, esa visión andragogíca ameritaba una estructura organizativa diferente, por ejemplo, no es una universidad semestralizada, sino que se establecen períodos que pueden extenderse según las necesidades de los estudiantes, los estudios por no ser dirigidos pueden ser supervisados, lo que quiere decir, que como el participante es un adulto responsable, con experiencia y conocimientos previos, entre facilitador y estudiante se crea un ritmo particular para atender el aprendizaje de éste, sin olvidar que el facilitador aprende en el proceso, tanto como sus estudiantes.
Todos los procesos en la UNESR son diferentes a otras instituciones universitarias, las inscripciones por ejemplo, dependen de la demanda, el estudiante puede decidir el momento en que va a inscribir cada curso, sin que una malla curricular les indique por semestre lo que pueden o no cursar.  Por otra parte, la práctica docente implica un compromiso diferente a un horario de clase dos días a la semana, en la UNESR los facilitadores hacemos de nuestra práctica un espacio para descubrir el mundo y ese mundo está mucho más allá de un salón de clase, buscamos el aprendizaje en el compartir de estudiantes con facilitadores, en una sala de cine, en una fábrica, incluso un viaje o un evento, relacionando nuestra realidad con los objetivos curriculares previstos.
Sin embargo, el panóptico nos rodea, las instituciones que nos rigen a nivel nacional nos colocan plazos y normas que contradicen los esquemas de libertad que la andragogía representa, está claro que no podemos ser una isla dentro del panóptico que representa el sistema educativo venezolano, donde los cambios son tan lento que aun decretándolos continuamos repitiendo viejos esquemas.   Pero es necesario vencer las barreras que como sociedad (los llamados problemas humanos de Follett) nos autoimponemos, el control no debe convertirse en un espacio para vigilar procedimientos, sino en un espacio para seguir produciendo la máxima felicidad posible.  

De allí también la necesidad de estudiar para la emancipación y no para la dominación.  En ese sentido, las personas que dirigen los diferentes procesos que hacen posible el encuentro de un facilitador con un grupo de participantes, debe estar más allá de una serie de procedimientos vigilantes que controlan hora de entrada, salida o asistencia, (no olvidemos que muchos vienen del panóptico que fueron sus escuelas) para convertirse en actividades constructivas de conocimiento y con ello de felicidad. Siendo necesario soltar las estructuras que nos oprimen y comenzar a por liberar a la universidad para luego liberar el conocimiento. 

Fin


Unas palabras conjugadas debidamente
Fueron suficientes para cerrar el eterno capítulo
De esa historia de amor que parecía inconclusa.

Las heridas quedaron abiertas, ya sin dedo que las toque
Esperando la sequía para cerrarse, solas,
Como se cierran los ojos en las noches de insomnio
Como se rinden los débiles ante la tortura.

Demencia


Cuánta tristeza se puede guardar para llevar
en la bolsa del super mercado
Cuántos mensajes se pueden escribir
los domingos sin resurrección 
Cuántos dobles se le pueden dar
al pañuelo de los recuerdos
Qué tan bien pude esconderse el arrepentimiento,
tras la pupila empapada de horizonte
Cuanto silencio se envasa al vacío,
antes de que salte una partícula de vidrio
sobre  la piel, y vacíe, todo lo que antes
estuvo lleno de demencia