Esta blog es mi parlante entre el mundo, mi voz en letras, mi sentir en palabras y mi vida en digital.

Se me antoja

Se me antoja que vengas
Quiero tenerte aquí
Me provoca tu presencia

Se me antoja mirarte
Quiero cubrir mi pupila contigo
Me provoca ver como cumples lo prometido

Se me antoja tu olor
Quiero respirarte muy cerca
Me provoca tu perfume

Se me antoja probarte
Quiero saber de tu sabor
Me provoca darle un mordisco a esta sensación

Se me antoja
Quiero
Me provoca…

Te ayudaré a olvidarme

No me extrañaras
No te arrepentirás de lo que nos pasó

Habrás aprendido a quererte
No haré falta
Habrás aprendido a vivir
No me necesitaras

No te lamentaras ni un momento
Tu vida seguirá girando
El mundo no se detendrá

Seguirás
Seguiré

No nos buscaremos en otras gentes
Ya verás que me podré ir

De todo lo visible y lo invisible


La novela feminista contemporánea de Lucia Exteberrias, presenta una historia llena de metáforas que evocan un profundo sentimiento de nostalgia.
Es un libro lleno de poesía, redactada dentro de la prosa, con contenidos filosóficos y feministas que invitan a la reflexión. Muchas veces alucinante, pero siempre envolvente.
El personaje central es Ruth, una joven mujer de 33 años que se enamora perdidamente de un muchacho más joven que ella, lo que le hace perder su esencia feminista, para poder complacer los caprichos de un joven escritor, que criado bajo los cánones del machismo, no puede aceptar estar enamorado de una mujer tan liberal.
Ruth creció con la carencia del afecto materno, producido por la muerte temprana de su madre, quien perdió la vida presuntamente en un accidente de tránsito cuando Ruth era muy pequeña, pero en medio de los conflictos existenciales de la protagonista, ésta se da cuenta que su madre se suicidó. Lo que de alguna manera le da respuesta a su conducta suicida, depresiva y obsesiva.
Desde muy joven Ruth buscó en los hombres el espacio que su madre había dejado vacio y que su padre tampoco supo proporcionar, culpable o inocente, víctima o victimario, Ruth se convirtió en la putica del barrio, los chicos la buscaban a escondidas para satisfacer sus necesidades sexuales, y ella necesitada de afecto, correspondía a lo que consideraba podía llenar sus espacios, que en efecto nadie podía llenar. Se enamoraba con facilidad, pero su amor era una especie de espuma que sube, sube, sube y luego baja, baja, baja, baja, hasta desaparecer.
Tuvo grandes amantes, enamorados que la querían apasionadamente, pero que de alguna manera le restaban esencia. Ruth era una mujer de mundo, se veía bien en los bares, aceptando invitaciones, conociendo gente, por eso, no podía hacer su vida con nadie, por eso no había tenido hijos y por eso, prefería vivir sola.
Sin embargo, la soledad la embriagó al punto de sentirse enamorada. Un día vio a un joven escritor, con el que se abalanzó a intercambiar palabras, para luego envolverlo y llevarlo a su casa inmediatamente. Sentía que era el hombre de su vida, en la intimidad sintió que por primera vez había tocado lo sublime, sintió que la vida comenzaba a tener sentido, que estaban destinados el uno al otro, parecía que por primera vez Dios existía, aunque ella se empeñara en pensar que trataba de Diosa, porque su feminismo le hacía pensar que Dios (si es que existe) es una mujer.
Ruth dejó de ser ella para ser la amante de Juan, no le importó su noviazgo compromiso, porque ella no era de la que aceptaba los cánones sociales, pero poco a poco Ruth comenzó a envolverse junto a Juan, él por su parte, no aceptaba compromiso con ella y siempre le recordaba que tenía novia, pero se quedaba todos los días en su casa, aunque, ni siquiera dejara el cepillo de dientes en su casa.
Poco a poco, ambos estaban impregnados el uno del otro, habían cambiado sus vidas y Ruth por su parte, después de Juan no tuvo otro amante que no fuera él, lo que para una “putica” es mucho decir. A Ruth la necesidad de cambiar su vida le había llegado junto con Juan, ella soñando con un punto de partida, pero él pensando en un punto de escape, de su madre y su novia. Ella pensando en formalismos, el contando la experiencia como una aventura que nadie se podía enterar. Ella amándolo y el odiándola por hacerse tan irresistible de amar.
Pronto, Juan y Ruth tendrían una competencia existencial, se amaban, pero incapaces de comunicarse abiertamente, comenzaron una competencia liderizada por Juan, en procura de no dejarse superar por la mujer que amaba. Juan no podía soportar el éxito de Ruth, como tampoco soportaba su pasado y en función a ello, se creó unos fantasmas que lo hacían dudar de su amante, misma, que jamás había sido fiel, pero el amor desmedido que sentía por él lo habían logrado.
Juan era un muchacho vacío, un escritor mediocre de religión católica, lleno de creencias y fantasmas que no le daban la libertad de pensamiento que Ruth si tenía, pero su religión le hacían pensar que Ruth estaba equivocada, él ponía las tradiciones de su madre y su novia por encima de sus pensamientos y con ello, le restaba a las opiniones de Ruth. Al punto de agredirla, hacer que ella lo agrediera físicamente, y con ello forzar la obligada separación de la relación.
Ella no pudo soportar su separación, no solo por la manera en que terminaron, sino porque ella se había enamorado, se había enamorado del preciso hombre que no estaba dispuesto estar con ella, del hombre que tenia novia, del hombre católico que no tenia criterio propio mas que el de una tradición familiar, se enamoró de quien no se parecía a ella, del muchacho bueno que podía contar las mujeres que ha tenido con los dedos de la mano y le sobraban dedos. Ella que no tenía contados los amantes, que no creía en Dios, que su criterio feminista la hacían revolucionaria y libre, que podría tener al hombre que quisiera, que seducía solo con la presencia. Se empeño en su contrario.
Ese empeño, pasó de apego a obsesión, al punto de intentar suicidarse por una y otra vez. Ambas veces sin éxito, ambas veces rescatada y ambas veces frustradas.
Hubiese sido fácil suicidarse una tercera vez, pero descubrir que su madre se había suicidado le dieron una especie de fortaleza a rechazar tal conducta, unido a que su molestia fue tan grande, que no volvió a aceptar el llamado de su madre, que era lo que la incitaban a suicidarse cuando en medio de las depresiones y el dolor, sentía. Unido a que en el proceso de recuperación de la depresión por la decisiva ruptura de su relación con Juan, descubrió en su mejor amigo a un buen amante. Pedro era además de su mejor amigo y confidente, un homosexual que la idolatraba, coproductor y única familia, desde siempre odió a Juan y la decepción de su amiga, mas una borrachera fue suficiente para que se olvidaran del pasado y comenzaran a escribir una nueva historia.
Con este final, la autora no solo encontró un compañero para Ruth, sino que logra dar en el clavo de las posibilidades de una mujer feminista. La llamada putica no era más que una mujer capaz de entender el sexo como sexo y el amor como amor, pero para un hombre como Juan (digamos que cualquier machista) solo los hombres pueden tener sexo y las mujeres deben esperar el amor, tal como lo había hecho su novia con él. Mientras que Pedro, tal vez veía en Ruth la mujer que él fue mientras vivía como homosexual o simplemente, por seguir pensando como mujer podía perdonarle a Ruth, cualquier cuenta que tuvieran que sacar.

Despegarme

Cómo me despego de algo a lo que estoy adherida
Si quisiera quitarme la piel sería más fácil que despegarme de ti
Por más que me aparte de tu lado
Por muy lejos que me vaya
Hay un resorte que me devuelve
Aparezco nuevamente en tu puerta abierta
Entro sin tocar
Y allí estas
Seguro de que volvería
Con tu omnipresente sonrisa, diciéndome “eres mía”
Esa seguridad, hace que recuerde porque me fui la última vez
Me detesto, me odio, quiero despegarme
No soy tuya, no soy de nadie.
Pero decido saciarme de ti, para volver a hacerlo
Despegarme