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Historias de un Arrabal Parisino





Nuevamente Vicente Ulive-Schnell me trasnocha, esta vez, lo hizo con un libro que más que una novela, es una historia de vida, es más, es una autobiografía de parte de su vida.

Esta vez, he leído su “Historias de un Arrabal Parisino”, y nuevamente no pierde la costumbre de envolverme en la trama, por un lado me alejó de los libros seleccionados para leer en las vacaciones, que por cierto, están autores conocidos por él, como Nietzsche, Schopenhauer, Kant y Hannah Arendt.

Hubo una parte del libro, en la que Vicente comenta que los venezolanos normales no leen a Nietzsche y me dije: “tengo que comentarle a Vicente, que entre los libros que tengo seleccionados para leer en estas vacaciones está: Humano demasiado Humano de Nietzsche, y que paré mis lecturas de filosofía por leerlo a él”. Si yo fuera Vicente, me sentiría más que feliz que alguien me diga, dejé de leer a Nietzsche, Schopenhauer, Kant o Hannah Arendt, por leerme a mí. Y tengo que darle las gracias a John Manuel Silva que tuvo a bien enviarme el libro de Vicente, porque ya estaba aburrida de leer tanta filosofía repetida que no se a donde me lleva.

Aunque la lectura de la autobiografía de Vicente tampoco va a ninguna parte, es algo más divertida, ocurrente y moderna.

Si trato de buscándole el aporte que pueda tener esta lectura, diría que el libro representa una mirada a las vivencias de un venezolano, mas allá de las fronteras y más allá del continente, que es una reflexión sobre los pesares de un venezolano rebelde, que parece no tener sentido de la vida, pero que va mas allá de la norma, de las imposiciones, de la libertad que nos han hecho creer que tenemos y que busca desesperadamente una razón para vivir. Además es una fotografía transparente (que permite ver todo, no por traslucida) de la vida de un hombre, en la que se puede ver; su sentir, sus alegrías, pesares, sentires, aventuras, motivaciones, sueños y locuras.

Como buen hombre, Vicente inicia su libro comparando a París con una mujer, (mujeres, mujeres, para bien o para mal siempre estamos en la boca de los hombres) aunque con ello nos dice incomprensible, mentirosa, plástica (él usa las palabras concreto y cartón), para después refugiarse en la memoria y decirle a París que es una mujer, no sé si lo hace por esa costumbre masculina de culparnos de cosas que están en sus mentes, o porque ama tanto a Paris que la puede llegar a ver como a una mujer. Ojala fuera lo segundo. En fin no importa, el asunto es que, Vicente, aun escribiendo sobre París, lo siento como el típico caraqueño, que habla de su ciudad como si fuera una persona y esa persona es femenina.

Los caraqueños tienen esa costumbre, hablan de Caracas como alguien que tiene vida, es normal escuchar decir aquí, es que Caracas es así o Caracas es Caracas, Caracas es la mejor, Caracas es, Caracas tiene, Caracas puede. Mientras que yo estaba acostumbrada a escuchar, en Barquisimeto hay xyz, los caraqueños dicen: Caracas tiene xyz, en cualquier ciudad del país la gente dice: “en mi la ciudad pasa”, aquí dicen: Caracas hizo. El asunto es, que los caraqueños le dan vida a caracas como si fuera una persona, y Vicente hizo lo propio con Paris, no sé, si los parisinos son iguales a los caraqueños, pero puede ser que él, como buen caraqueño, se llevó su manera de referirse a la ciudad donde vive como si fuera gente.

Así que, al inicio del libro, cuando él comienza a describir la ciudad, se le escuchará o leerá decir: Paris es, Paris tiene, París hace. Así como pareciera que Paris es la culpable de sus males, y será también la culpable de sus alegrías y éxitos, cosas que seguramente un caraqueño no notaría raro, pero nosotros los que vivimos en el interior (como acostumbran a decir los caraqueños), no llamamos a nuestras ciudades como personas, sino como lo que son: ciudades, pueblos o provincias.

En ese describir de Paris, cuenta como decidió irse a vivir a otro continente, porqué París y no España o Miami, cuánto sufrió para aprender el idioma y cuáles eran sus planes iníciales y como fueron cambiando con el transcurrir del tiempo, pasando de la decisión de vivir la vida bohemia y estudiar filosofía (plan que me encantaba) a la de ser productor y guionista de televisión, un vago drogadicto (cosa que no se planteó nunca pero lo hizo), a la de escribir un libro que en efecto ya leí, y con ello convertirse en escritor.

Entre todos esos planes, estuvo siempre presente un plan que nunca cambió. Y ese plan era el de levantarse mujeres, yo particularmente, con lo que he visto de Vicente, jamás me imaginaría que esa fuera una dificultad en su vida, de hecho, creo que va por buen camino con esto de la escritura y por lo menos a esta morena treintañera (yo) la tiene levantada, pero los episodios en los que describe sus esfuerzos y sacrificios por lograr controlar a una mujer no dejaron de sorprenderme, y es que pocas veces se leen cosas de tanta sinceridad de parte del género masculino, y de los esfuerzos que un hombre debe hacer solo por obtener sexo. Tuvo que pasar desde, soportar los traumas de una mujer del primer mundo que antes de hacer el amor tenían que hablar hasta por los codos, así como mandarla a callar y decirle que no confundiera la liberación femenina con la seguridad que representaba salir viva de del Barrio Barbès, por andar diciéndole a todo el mundo que irían a hacer el amor y no tenían condones, practicar discursos en lengua extranjera y bailar salsa sensualmente a ver que levantaba; pero creo que nada de ello, le molestaba en realidad, es más, creo que lo describe solo para impresionar y lo logra.

No quiero hacer de este post un juicio a la vida de un personaje, aunque saber que estoy leyendo una historia de vida, se presta a eso y cuando se trata de hombres, que hablan de mujeres, no puedo dejar de meterle la lupa feminista y al respecto, lo que tenían que decir, ya lo dije. Y no se, si se trate de simpatía con Vicente, o que me ha tocado madurar a fuerza de golpes, sobre la aceptación de la masculinidad y la aceptación y el entender que aunque un tipo se lleve a su novia a otro país, es normal que la deje durmiendo en el apartamento, mientras el busca la manera de levantarse a una francesa. Tal vez, estoy llegando al punto inicial de las mujeres que dicen: es que él es hombre.

Pero, como dije antes, pocas veces se lee de la pluma de un hombre, tanta sinceridad como en la de Vicente, además que sus historias son envolventes, elocuentes, divertidas y ocurrentes. Como escritor, creo que el viajar a Europa le ha dado elementos importantes en su narrativa, que incluso me hizo recordar la narrativa de Lucia Extebarria en Beatriz y los cuerpos celestes, sobre todo, en los momentos en los que hablaba con sus compañeros de parranda, en donde los diálogos se salieron del caraqueñísimo que se encontraba presente en Caracas Cruzada, para presentarnos diálogos típicos de Europeos rebeldes.

Para culminar y ordenar mis ideas, tengo que resumir diciendo que se trata de una historia sobre las experiencias de un venezolano en el exterior, que a fuerza de trabajo y golpes, (a la venezolana, y esto quiere decir, divirtiéndose con todo lo que hace), logra consolidar un sueño, pasa por trabajos denigrantes, encuentra amigos del alma que después se da cuenta que no son amigos nada, se enfrenta a la policía y siempre compara todo lo que le pasa, a cómo pasan las cosas en Venezuela. Para bien o para mal, pero que asume que volver derrotado no es la mejor opción, así que opta entre pelar en Venezuela o pelar en Francia y se queda con la segunda.

Para seguirle enviando piropos a Vicente, cierro diciendo que esta autobiografía me hizo recordar la autobiografía de Günter Grass, en la parte que Günter hablaba de cómo comenzó a querer ser escritor, aunque éste autor, la hiciera después de sus éxitos literarios, premios de literatura y de haber acumulado una fortuna producto de sus publicaciones. Así que desde ahora, le deseo al mencionado escritor venezolano, los mismos o mayores éxitos de los que tiene Grass y porque no, espero leer luego otra autobiográfica de Vicente en la que a partir de este libro y otros que tenga por publicar, hable de la vida de un escritor exitoso que ya no fuma porros pero que sigue bailando salsa y tal vez, bebiendo ron. Sin embargo, no puedo negar que en la autobiografía de Grass cuando éste se casa y se recata, la historia se vuelve aburrida, al punto que termina su libro con los regalos de la boda, por lo que, tal vez no está mal que Vicente siga su vida a su estilo, para que la musa siga saliendo y los éxitos crezcan de este y todos los lados del planeta.

1 comentarios:

Vicente dijo...

¡Hola, Gloria!
Infinitas gracias por ese texto. Tu reseña cubre aspectos que no había entendido y me hizo ver el libro bajo otra luz.
Además, siempre he dicho que la única recompensa que quiero por un libro es que una persona, solo una, disfrute el texto, entienda algo que no hubiese entendido sin pasar por el libro, se divierta y piense de manera sincera. Sabes, esa mirada en la cual uno intuye plena comprensión y difsrute del libro, más allá de los clichés y las convenciones.
Tu texto, su sinceridad y su tono franco son una bendición, dan ganas de seguir adelante, de seguir rompiéndome la cabeza contra el muro.
Gracias.
Un gran saludo,
V.

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