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Beatriz y los Cuerpos Celestes



Escrito por Lucia Etxebarria; quien se convirtió desde hace dos años en una especie de “mi ídolo feminista”, después de leer de su autoría “La Eva Futura y La Letra Futura”. Desde entonces, he buscado en cuanta librería voy –y son muchas-, libros de la susodicha; hasta que por fin, en un remate de libros en Mérida por tan solo Bs. 6.000,00 (habría pagado cien mil) encontré uno de los 14 libros que ha escrito Lucia.

Acto seguido, dejé un marca libros en el que estaba leyendo (el Nombre de la Rosa de Umberto Eco), y desde el domingo de regreso a Barquisimeto (en el bus de Mérida) comencé a leerlo. Con suma curiosidad, mas que por la historia, por encontrar nuevamente en Lucia datos que me puedan ayudar a comprender esa la visión femenina de la autora.

La lectura fue todo un éxito, que por algo obtuvo el premio Nadal en 1998 y resultó ser -para mí- una mirada a un mundo del que me siento ajena; que va desde la prostitución, homosexualidad, drogadicción, esquizofrenia y hasta un poco de abandono infantil. Pero redactado de manera magistral, romántica, sensible, erótica, apasionada e inteligente al punto que es difícil imaginarse como la protagonista puede haber estado metida en ese mundo si gozaba de tengo léxico, dominio literal, en fin.

Se trata de una joven; enamorada del amor, inteligente al punto de ser clasificada por su psicóloga como superdotada; pero incapaz de sentirse querida por nadie. Radicando el problema en que ella misma no se sabía querer y que tampoco ella supo a quien querer ni manifestar su amor de manera clara. Estuvo siempre buscando en alguien una luz, una esencia, un espíritu que le hiciera sentir y que la complementara y en esa búsqueda estuvo ligada a dos mujeres y a un hombre, haciéndola ver como bisexual; cosa que ella misma jamás admitió porque para ella daba igual el sexo de quien llevara la esencia que ella encontraba en los seres que amaba. Entonces no importaba si era hombre o mujer.

Beatriz se enamoró platónicamente de Mónica, quien era una compañera de la escuela un año mayor que ella, -debido a que estaba repitiendo el año-, Mónica resultó ser la única persona que podía entender a Beatriz y que de alguna manera le salvó la vida, tras ella haberse cortado las venas por el desamor que sentía en su casa. Pero al mismo tiempo, Mónica la sumergió en una vida llena de prostitución, drogas y alcoholismo del que para poder salir debió marcharse a Edimburgo a estudiar Ingles y sobre todo para olvidar y rehacer su vida.

Allí pasa cuatro años estudiando y se consolida a vivir con Cat, una lesbiana radical –nunca ha estado con un hombre- que la ama por sobre todas las cosas, pero Beatriz no hace mas que compararla con Mónica, buscando esa esencia que encontraba en Mónica y no veía en ella; pero que por otra parte le ofrecía una satisfacción sexual que menguaba todas sus carencias. También, se enamoró de Ralp un chico de la universidad con quien a los 22 años sostuvo relaciones sexuales (por primera vez con un hombre), considerándose prácticamente virgen, pero no contándoselo a él. Ralp solo buscó en ella: sexo. Y descubrirlo le dolió mas de lo que ella misma se imaginaba, porque quizás con el llegó a soñar una vida normal de mujer (matrimonio, casa, familia), pero no tuvo la suficiente convicción para luchar por él y se conformó con un “no” que éste le diera mientras ella le pedía por teléfono ir a verlo, pero él se negó porque estaba trabajando en su tesis.

Una vez echado tierra a su historia con Ralp, quien representaba para ella un placer incomparable, la hacia sentir feliz y volaba en las nubes después del sexo con él; se aferró mas Cat y pudo sostener su vida en Edimburgo hasta terminar sus estudios y volver a Madrid a la que fuera la casa de sus padres. Dejando a Cat prácticamente en el aire, sin esperanzas de volver, sin promesas, sin compromisos, y sobre todo sola para rehacer su vida.

Inmediatamente al llegar a Madrid comienza a alucinar con Mónica y comienza una búsqueda introspectiva de su existencia. Logra dar con la madre de Mónica y ésta le cuenta que Mónica está en un sanatorio para drogadictos y tiene muchas reservas de darle la dirección, pero luego de darse cuanta de que Beatriz sería nociva para su hija le dice donde está.

Al verla, se sorprende de lo bien que está y sobre todo de lo cambiada; ya no es la misma Mónica luminosa que ella había idolatrado y que milagrosamente no tiene esa esencia que ella busca en los seres humanos. Se da cuenta que tuvo siempre a Cat, que haría todo por ella, mientras ella permanecía pensando en una Mónica que solo vivía en su mente. Le promete a Mónica que volvería a verla, pero ella no tenía la más mínima intención de hacerlo. Lo que si hizo fue llamar a Cat, para recibir la sorpresa de que estaba dormida y le respondiera el teléfono Asley, llamada por ella “una pequeña Zorrita”. Pero estuvo consciente de que ella había dejado a Cat sola y era su derecho. Sin embargo, se planteaba que la llamaría luego para invitarla a Madrid y termina con una frase que me gustó mucho, donde dice: No soy digna de que Cat entre en mi casa, pero una palabra suya bastará para sanarme.

Existen en el libro muchos detalles de la redacción que me gustan, sobre todo la manera plomada de hablar de Beatriz, las reflexiones que hace del papel de la mujer (propias de Lucia), sin embargo no me agrada que las chicas diferentes, alejadas a los estereotipos (no usan maquillaje, ni tacones y visten ropas holgadas) sean asociadas al lesbianismo. Cosa que me extraña de Lucia, porque ella rechaza los estereotipos, pero tal vez sin darse cuenta, esté construyendo uno para las mujeres que somos diferentes a las demás.

La historia es romántica, realista y raya en lo erótico y pasional, me recordó la historia de Rosario Tijeras, pero a diferencia estas jóvenes provenían de familias bien, mujeres (las madres de Beatriz y Mónica) con problemas sentimentales y desordenes psicológicos que pagaron sus enfermedades con el desequilibrio de sus únicas hijas. Beatriz y Mónica resultaron ser una de esas personas que uno cree que tienen todo en la vida, casa, dinero, buenas escuelas, padres adinerados; y terminan sumergidas en la droga, el alcohol, la prostitución y pare de contar, porque simplemente les faltó la esencia de la vida: “El Amor”

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