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Mi papá es Abogado


Hay personas, que la vida no se les hace fácil. Personas que nacen con un destino, que podría decirse que está marcado, por la pobreza, la miseria y con ello vienen muchas decadencias sumadas.

Cuando se es pobre, todo lo que ves alrededor es pobreza, miseria, delincuencia, prostitución, hambre, sobre todo eso, hambre.

Bien decía Simón Rodríguez, “el que nada tiene cualquiera lo compra y el que nada sabe, cualquiera lo engaña”.

Mi papá, ha podido ser un hombre de esos que cualquiera ha podido comprar, pero no sé cómo, desarrolló una suerte de conocimientos que nadie lo ha podido engañar.

El destino, las causalidades, la suerte, los karmas de la vida pasada, no sé qué: lo hicieron nacer en el seno de una familia desartuculada, pobre por demás, que desde muy niño, lo obligaron a trabajar y llevar golpes, de su madre, de la gente, pero los más duros, fueron los de la vida misma.

Vivió de casa en casa, de amigo en amigo, de familia en familia, pero también de piso en piso, calle en calle. Para sobre vivir.

No me imagino cómo, aprendió a leer, no sé cuando fue a la escuela, porque nunca tuvo quien se dedicar a él, o tal vez sí, pero él habla poco de eso. Siempre supe que había llegado hasta 6to grado, y que trabaja desde que era niño, que vendía cosas en los semáforos, que fue vigilante, pero que lo que mejor se le ha dado es el comercio.

Tuve oportunidad de ver, como trabajaba de sol a sombra, viajaba vendiendo productos en su propia camioneta, llegaba a la casa de noche y bajaba la mercancía para que no se la robaran, en la mañana la subía de nuevo y se iba hasta la noche nuevamente, cuando el llegaba y estábamos despiertos, nos tocaba ayudarlo, y nos quejábamos. Muchas veces me hice a la dormida para no ayudarlo, muchas veces lloré porque me despertaba temprano un fin de semana para que lo ayudáramos en sus inventos.

Hacía paredes, arreglaba todo lo que se dañaba, trabajó con serigrafía, hacia productos químicos, champoo, jabón y pare de contar. Una vez, nos hizo un frasco de champoo verde que olía medio bien, pero que nos dejaba el cabello más duro que lavarlo con jabón azul. Mi hermana y yo botábamos el fulano champoo, pero no se terminaba nunca, y le suplicábamos a mi mamá que nos comprara un champoo bueno. Mi mamá le regalaba a mis tías, a las vecinas y el champoo era tan espeso que parecía no terminarse nunca. Creo que lo del champoo no era por ahorrar, porque ya cuando yo nací mi papá había superado la marginalidad y la pobreza, ganaba dinero, y tenía buenos gustos, para vestirse, para comer, no escatimaba gastos en comodidad, pero, le gustaba hacer las cosas con sus propias manos.

Parece difícil imaginarse de donde sabía hacer tantas cosas, pero quien haya visto la película “Quiero ser millonario” se lo puede imaginar. La calle, aunque daña a mucha gente, puede ser la mejor escuela que ser humano pueda tener. Sumado, a que mi papá le gusta leer.

Todos los días leía, además de su periódico, algún libro o revista temática, una de sus preferidas eran la “muy interesante”, nunca escatimó para gastar en libros o revistas. Así que, asumo que fue la lectura, sumada a su inteligencia y constancia, la que le hizo superar la pobreza en la que nació y vivió por mucho tiempo.

Cuando yo estaba muy pequeña, le dijo a mi hermano que tenía que ser médico y a mí que tenía que ser abogado. A esa edad, le dije que sí y por mucho tiempo lo seguía diciendo. Pero llegado el momento, con título de bachiller en mano, no quise estudiar derecho.

Un año después, mi hermano también bachiller, tampoco quiso estudiar derecho y en el mismo orden, la siguiente hermana que se graduó, tampoco aceptó su propuesta de irse a valencia, vivir en casa de un compadre de él y estudiar en la UC.

Un día, mi papá nos llego contando que se había inscrito a estudiar el bachillerato en un parasistema, yo jamás me imaginé, que lo hacía para luego estudiar derecho. De eso hacen algo más de 10 años, supongo que los estudios se le hicieron muy fáciles, es más, yo lo veo como un requisito que tuvo que cumplir, debido a que con su 6to grado, sabia de cualquier tema, es conocedor de la historia, política, filosofía, geografía, física, química y pare de contar.

El asunto es que para esta fecha, mi papá ha culminado sus estudios de derecho en la UNELLEZ, con 58 años, tiene proyectos de bufete, y sociedad con uno de mis hermanos menores que hace poco decidió estudiar derecho. Se quieren especializar en derecho mercantil y como toda su vida ha vivido del comercio, prestar servicios a la tanta gente que conoce.

Siempre he estado orgullosa de mis padres, ambos son personas honestas, dedicadas, inteligentes, divertidas, músicos, hedonistas, decididos, constantes y con esto, mi papá nos sigue enseñando que todo lo que se quiere, es posible. Con todas las cosas difíciles que le han tocado vivir, nunca lo he escuchado quejarse de su suerte, del destino, de la vida; se queja de todo, pero solo si lo puede cambiar. Recuerdo con orgullo, que cuando estaba en ese proceso de convencernos de que fuéramos abogados, nos decía: “en todas las familias tienes que haber un abogado”. Pues ya, la familia Carrasco Colmenarez tiene un abogado, espero solo necesitarlo para registrar propiedades, nada de conflictos, ni querellas.

Éxitos papachongo. Se te quiere.

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