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Discurso por el Aniversario de la UNESR

El pasado 24 de enero fui invitada por la UNESR de Araure, como oradora en el aniversario de Simón Rodríguez, para hablar de mi artículo sobre el epónimo de nuesttra UNESR:

Dice Lansheras que Simón Rodríguez ha servido para aflorar la imaginación de muchos escritores, que cada quien ve en él, su propio reflejo, que además dadas las pocos referencias de su vida, son muchos los que se han permitido conjeturas y suposiciones sobre su pensamiento.

Yo prefiero dejarme llevar por la prosa de Calzadilla, cuando dice que la lectura de Rodríguez es caleidoscópica e infinita, que cada vez que se lee, se perciben cosas diferentes en donde prolifera lo múltiple. Así calzadilla en acuerdo con Dardo Cúneo piensa que Rodríguez escribió un solo libro, debido a que su discursiva es hilada y un libro pareciera ser la continuidad del otro, pero igual que el cuento de las mil y una noches, insiste calzadilla que es un libro de mil libros.

Uso estos autores para pedir disculpas por leer a Rodríguez desde Gloria Carrasco, alucinando, que si él estuviera aquí, se los explicaría con esta sentencia: “es preciso tener ideas para leer otras ideas” y es esta otra manera de disculparme por ver en él, lo que quiere ver mi caleidoscopio.

Deseo también que no me crean lo que digo, porque esa sería una manera de invitarlos a investigar, a leer de primera mano su pensamiento, y eso solo pueden hacerlo leyendo sus libros. Que tanto la editorial de la UNESR como la plataforma del libro y la lectura en Venezuela han hecho esfuerzos para que esta literatura llegue a bajo costo al pueblo.

Así pues, mis ideas están prejuiciadas por otras ideas, otros autores, otro contexto, otro tiempo y por la historia que se ha contado, que en el caso del Robinson está llena de relatos, de gente que no lo conoció, pero conocían al otro que sí, y solo por el esnobismo de opinar sobre el maestro de Bolívar se permitían opinar para que otros reconstruyeran la historia.

De Rodríguez se supone mucho, se supone hasta su fecha de nacimiento, porque fue dejado en las puertas de la casa de Doña Rosalía Rodríguez un 29 de octubre con una nota que sólo indicaba que era blanco pero no el día que nació. No se sabe si nació ese día o un día antes. Fue adoptado entonces por Rosalía Rodríguez y el cura Alejandro Carreño, quien vivió un tiempo en casa de Doña Rosalía. Pero también hay suposiciones de que ellos eran sus verdaderos padres, se supone que Cayetano Carreño (abuelo de Teresa Carreño) era su hermano, porque fue dejado en la misma puerta un año después con la misma nota, pero a los que les gusta imaginar, dicen que sólo las verdades que ocultaban Alejandro Carreño y Rosalía Rodríguez podrían asegurar que dos niños abandonados en la misma puerta son hermanos. Otros suponen que su madre era una mujer blanca que por no estar casada debía abandonar a los hijos por no estarle permitida la maternidad en la soltería.

Por haber sido criado con un presbítero, se puede entender su interés por la lectura y sus posibilidades de acceder a literatura filosófica, de donde se supone (contradictoriamente) que obtuvo su juicio filosófico y antirreligioso y de allí sus diferencias con clérigo, al punto de quitarse el apellido Carreño para dejarse el segundo apellido. Rodríguez.

Se dice que no creía en Dios, aunque en sus cartas siempre hacía referencia a Él, también se dice que llamó a un cura antes de morir y que éste no habló con nadie durante una semana después de asistir al anciano moribundo, pero tampoco se conoce el testimonio del padre.

Suposiciones y conjeturas desde su nacimiento, a lo largo de la vida, hasta el día de su muerte, algunas sacadas de su propia lectura y su genio, más que de su genialidad.

Si hablamos de los epítetos, no podemos comenzar por otro que no sea el del hombre más extraordinario del mundo y el Sócrates de Caracas, ambos sentenciados por Simón Bolívar, para quien fue además de su maestro, su amigo. Pero, dicho por el mismo Rodríguez (de manera sarcástica cuando pretendían elogiarlo por haber sido maestro del libertador) además de ese tengo otros títulos que me podrían llevarme a la posteridad. Como si presintiera que su nombre habría podido pasar al anonimato, si no hubiese sido por el Libertador, quien parecía ser el único que entendía su proyecto.

En esa misma medida fue llamado excéntrico, de mal genio, irónico o sarcástico. Calificado también como un hombre adelantado a la época, revolucionario, socialista, ilustrado, político. Y ahora yo, me atrevo a llamarlo feminista y de estas casualidades quiero hablarles.

Pero antes de profundizar en las coincidencias del Robinson con el pensamiento feminista, es necesario mencionar que tales, provienen de su sentir social, recordemos que el socialismo ha sido base solida para la construcción del feminismo, sin que tampoco sea casualidad de que en reiteradas ocasiones nuestro presidente se haya declarado feminista.

Volviendo a Rodríguez, en sus preocupaciones expresadas en sociedades americanas deja ver el franco sentimiento hacia el capitalismo y hacia la necesidad de producción en condiciones justas, criticando frontalmente el engaño del que eran víctimas los comerciantes dedicados a la compra venta de productos importados, haciéndose cada vez más pobres a través de las deudas asumidas, sin que se le diera con esto solución los problemas del pueblo. En tal situación, unos se hacían más ricos y a otros más pobres, incapaces unos, de regalar un pan a quien lo requiriera y sometiéndolo a la humillación, no para que recuperara su dignidad y vergüenza, sino para seguírsela pisoteando, como pisoteado estaba el campo, tras el abandono del trabajo y la dedicación al comercio, sustituyendo la fabricación propia por la compra-venta, y con ello eliminando el trabajo digno para el campesino, además de toda posibilidad de verdadero progreso y crecimiento.

Así podemos ver que su única preocupación no era la educación, pero sabía que en ella se encerraban todas las posibilidades viables para la igualdad, sin ignorar que no se podía hacer patria con la mitad de la población y menos con la mitad de la población sumergida en la ignorancia de las labores domésticas, el matrimonio y la prostitución, por eso, en su sistema educativo “Se daba instrucción y oficio a las mujeres para que no se prostituyesen por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia” (p.27 - 28) vale la pena recalcar que Simón Rodríguez pudo ver en el matrimonio y la prostitución una institución que no les permitía a las mujeres ejercer su libertad plena.

Según estas ideas de Rodríguez, está claro que las mujeres, fuimos una de sus preocupaciones para hacer la nueva patria, cuando hablaba de colonizar al país con sus propios habitantes, no estaba dejando por fuera a las mujeres y cuando hablaba de hacer república, también nos tenia incluidas. Basta conocer su sistema educativo para entender que fue Rodríguez el primero en preocuparse porque las niñas recibieran la misma educación que los niños, además de incorporarlas al sistema educativo productivo, diferente y completamente alejado del religioso, insistiendo que para hacer república no se necesitaba estudiar la biblia ni aprenderse el padre nuestro, como se insistía enseñar a las niñas de la época.

Fue idea de Simón Rodríguez que las niñas y los niños asistieran a las mismas escuelas y en los mismos ambientes de aprendizaje. Para él, no debían estar separados ni recibir clases distintas, el futuro de la patria estuvo siempre en la educación y excluyendo a las mujeres no era posible.

Proponía una educación basada en un oficio, y en el caso de las mujeres no era el de las labores domésticas; para él, el futuro estaba en la producción, en enseñar a la gente a trabajar la tierra, en producir bienes y no en la comercialización de los productos importados que llegaban a los puertos. Por eso insistía en que además de historia y filosofía, se enseñaran oficios capaces de hacer republicanos productivos y no buhoneros, tampoco esclavas, prostitutas, ni dependientes de un hombre, en el caso de las mujeres.

Pero las madres de las niñas se las llevaban de su escuela, debido a que no seguía el estereotipo establecido por los colegios primarios, en los que las niñas recibían una educación elemental, y promovida por el “Instituto para el Bello Sexo”, donde se enseñaba moral, virtud, pudor, modesta y maneras o modales, haciendo de las niñas la presa fácil (o aptas) para el matrimonio. Ante esto, no podía permanecer callado, al contrario, criticó en todo momento la enseñanza del llamado Instituto del Bello Sexo, alegando que se requiere más que un bello sexo, y que los modales que allí se enseñaban no hacían bellas a las feas.

Evidentemente, Rodríguez no se conformaba con un no por respuesta, y su proyecto educativo no terminaba con el rechazo de la burguesía, y a medida que consolidaba su proyecto educativo, lo iba haciendo más incluyente, al punto de solicitar a los cholos y las cholas más pobres, para demostrar que en la educación no cabía ni distinción social, ni mucho menos de sexo. La esperanza perdida de los niños y niñas que se llevaron de su escuela, la usó en enseñar a jóvenes que las madres no tuvieran los complejos propios de las mujeres de la época. Pero fue acusado de educar a putas y ladrones. Véase que la manera de discriminar la pobreza en la época, era llamando a las mujeres prostitutas.

Sería presumido y atrevido decir que él formó parte de la lucha feminista, por todos los ideales nombrados en este ensayo, pero tampoco está alejado de la realidad, interpretar en ese ideal socialista e incluyente, un pensamiento apegado al feminista de la primera ola, con capacidad de ver en la educación, y el derecho de las mujeres a esa educación en igualdad de condiciones, una posibilidad que nos acercara a la sociedad que las feministas de hoy, seguimos luchando para nosotras, y las generaciones de hombres y mujeres venideras.

Sin embargo, para seguir elucubrando sobre su supuesta postura feminista, quiero nombrar la relación de Rodríguez con algunas de las mujeres que pasaron por su vida, debido a que, se puede conocer a un hombre según su relación con nosotras. Evidentemente, estamos hablando de un hombre con una educación y moral e intachable, que pese a su tono sarcástico y hostil, su trato se realizaba en el buen término y prefería ser culpado sin razón, antes de defenderse. Por lo que puede presumirse que su relación con las mujeres se daba en esos mismos términos.

Particularmente, he encontrado satisfactorias referencias hacia las mujeres de su parte, por ejemplo al despedirse en comunicación sostenida con el Dr. Don Rafael Quevedo, le dice que se despide de él como lo haría con una mujer, “queda muy de ud. Su apasionado y humilde esclavo, Q.S. pies B. Ud es hombre y debería decirle… queda de Ud. su atento y seguro servidor” (p. 98).

Así mismo, resulta trascendente el hecho de que, por malcriadez u orgullo, se quitara el apellido paterno, quedándose con el de la madre, significando esto, el reconocimiento a una mujer, pese a la importancia que siempre se le ha dado al apellido del padre, y a que ya era conocido como Simón Narciso Carreño. Después de su regreso a América, se sabe que vivía con una india a la que trataba como una princesa. Ya en su vejez, se sabe que visitaba a Manuela Sáenz para hablar con ella de Bolívar, y que al final de sus días fue una mujer la que se encargaba de cocinarle, aunque no se atreviera a visitarlo por temor a contagiarse de su enfermedad, pero que enviaba religiosamente su comida para que no muriera de mengua.

Entre las mujeres de su familia, estuvo la insigne María Teresa Carreño, hija de su sobrino Manuel Antonio (hijo de Cayetano), pero que no pudo haber conocido, debido a que Teresa nació en Caracas un año antes de su muerte, y es bien sabido que Rodríguez no visitara su ciudad natal desde que salió a Europa. Sin embargo, está decidida mujer, representa el temple y la sagacidad que Rodríguez soñara para las mujeres de su patria, capaz hacer por ella, sin esperar de Dios lo que ella misma no tenía para darse.

Finalmente, termino con dos citas de su puño y letra que me dieron mucho gusto leer, por cuanto en una época en la que no era reconocido el lenguaje no sexista, él, lo hizo tal como lo hace nuestro actual Presidente cada vez que se refiere a las personas que conformamos esta patria, nombrando a hombres y a mujeres por separado, sin incluirnos a nosotras en lo masculino. Las citas dicen “esto es, los cholitos y las cholitas que ruedan en las calles y que ahora serían más decentes que los hijos y las hijas del señor Calvo” (p.70) y en Sociedades Americanas dijo “es hombre o mujer de razón” (p.70).

Tal vez sea solamente una ilusión mía, pero me complace pensar que su pensamiento está mucho más allá de lo que nos habíamos imaginados y que lo aquí dicho, le sigue sumando para que siga siendo considerado, “el hombre más extraordinario del mundo”; porque es feminista y los hombres feministas, son extraordinarios.