Esta blog es mi parlante entre el mundo, mi voz en letras, mi sentir en palabras y mi vida en digital.

Digo que yo no soy un hombre puro. Nicolás Guillén.

No acostumbro a publicar poemas ni escritos de otros. Pero esté en encantó. Quisiera reescribirlo desde mis impurezas, pero sería algo parecido al plagio. Así que, aquí lo dejo.

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.

Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.

Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente, pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde abre sus flores de semen provisional la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.

Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito.

El Pensamiento del Afuera

¿Hablo o digo que hablo? ¿Miento cuando hablo de la mentira? Estas son interrogantes que plantea Michael Foucault en su ensayo, para ser respondidas con la majestad de su lenguaje filosófico. Afirma que es una verdad irrefutable que hablo cuando digo que hablo, pero decir “hablo” implica una mentira en el momento mismo que el silencio se apodera de ese hablo que ya no habla. Con este juego de palabras, significados y significantes, el autor nos lleva por la personalidad del discurso y del lenguaje, destacando que la filosofía occidental no se ha atrevido a pensar en la naturaleza del lenguaje y la vida propia que éste toma, al momento de ser pronunciado.

De allí que el pensamiento del afuera sea la interpretación de un lenguaje que se expresa y se interpreta desde otro, siendo o no el pensamiento del adentro o de quien lo ha pronunciado.

Para expresar claramente lo dicho anteriormente, el autor nos presenta un subtitulo llamado “¿Dónde está la ley? ¿Qué hace la ley? En el que nos lleva a mirar el pensamiento desde el afuera. Cuestionándonos a la interpretación de las leyes y la necesidad de que éstas existan en las sociedades, alegando que, si la ley estuviera en el fondo de los ciudadanos, ya no sería la ley sino una parte de la conciencia misma, pero que para ser la ley una ley, es necesario que sea leída, interpretada, rebuscada entre líneas y puesta en práctica según los casos o según el afuera del pensamiento mismo de para qué se escribió. Así mismo, mira la ley desde la práctica misma, desde las acciones que ejerce para hacerse cumplir, que infringen las mismas normas que cuestiona y que a través del castigo, se ejerce a sí misma como infractora de los derechos sobre quien recae, dejando cuestionamientos profundos del adentro y del afuera de un lenguaje que solo sabe que habla.

Sucesivamente, presenta un punto de encuentro con Blanchot (con quien, sin embargo, no llegaría a encontrarse nunca personalmente),a quien le dedica su texto, interpretando desde el afuera de la obra de Blanchot, el significado mismo de la literatura y del lenguaje de ese autor, para hacer emerger el pensamiento nos descubre el ser mismo del lenguaje.