Esta blog es mi parlante entre el mundo, mi voz en letras, mi sentir en palabras y mi vida en digital.

El Banco de Venezuela ahora es de Robos

Los cambios en las organizaciones son un tema que ha ocupado a muchos autores. Me atrevo a decir que todos los teóricos de la administración dedican parte de su mirada (investigaciones) a los cambios, cómo gestionarlos, cómo reducir el impacto y la resistencia de los empleados, los cliente y proveedores.

Indiscutiblemente que la gente es lo primero, debido a que las personas son la clave del éxito o fracaso de una gestión. Y cuando hablamos de la gente debemos incluir a los mencionados: personal, clientes, proveedores e incluso, comunidad.

Poco se ha dicho, del impacto organizacional producto de una expropiación, nacionalización o compra del Estado de una organización. Pero todo parece a apunta, a la reacción del toro del chiste que cuenta de un padrote de todas las vacas de una finca y que incluso era alquilado para montar las vacas de las fincas vecinas, pero que luego de la expropiación de la finca, el toro dejó de montar vacas y se le veía leyendo el periódico y fumando cigarros en la llanura; cuando le preguntan al toro que le pasa e incluso las vacas comienzan a durar que cambio de gustos sexuales, éste responde: “es que ahora soy empleado público”.

Al banco de Venezuela, antiguo grupo Santander le costó poco volverse como el toro del chiste, porque ellos antes de ser Santander y mucho menos ahora, han sido eficientes. Sin embargo, no se puede negar que hay un aire de tranquilidad en el ambiente de esta institución que eriza la piel.

Particularmente en lo que va de año, he sido “ROBADA” por este banco en tres oportunidades, y la mayor desgracia es que debo seguir con ellos porque es mi cuenta nomina y nada de lo que yo diga en la institución que laboro (institución pública) hará cambiar esa situación. Y esa es la tranquilidad a la que me refiero, en este banco nada de lo que le pase a un cliente parece importar.

He formulado todos los reclamos que alguien se pueda imaginar y no resuelven nada, fui al INDEPABIS el 4 de febrero y a la fecha de hoy no me han llamado para asignarme el abogado conciliador, ya cuando llamo al banco, me dejan esperando y nunca me atienden, sospecho que pusieron una aviso para rechazar mis llamadas, porque el sistema automatizado me va preguntando todos los datos hasta llegar al número de reclamo, y me han dejado hasta 45 minutos (yo luego me canso de esperar en linera) con el hilo musical que dice “BANCO DE VENEZUELA SERVIMOS DE CORAZON” TARARARA y eso se repite ene cantidad de veces. Pero si llamo con otras opciones, me atienden y me dicen que ese no es el número de opción que debo marcar.


¿Les importa a ellos esta clienta?, ¿Les importa perder la cuenta? A la primera respuesta es obvio que no les importa y a la segunda, saben que es imposible perderla, debido a que, la institución donde laboro no se cambiará de banco, pase lo que pase.

Otro asunto importante, y aterrador es que los empleados que me han atendido, al yo formularles mis reclamos, me dan la razón y lo peor de todos es que me comienzan a contar casos peores que el mío, y quejas que ellos tienen desde que pasó a ser del gobierno. Un gerente de una agencia en Caracas me dijo, “es que esto ahora no le duele a nadie, la gente está desmotivada y los únicos que pagan las consecuencias son los clientes” (palabas mas palabras menos), pero ese gerente llegó hasta a justificar la ineficiencia del sistema de reclamos del banco, diciendo que las personas allí están desmotivadas porque el sistema no sirve y por la mala paga.

Como doctorando de ciencias administrativas, esto me pareció un caso importante de estudio, propicio para evaluar el cambio y la nueva concepción organizacional, aunque como cliente estoy a un paso de exigir con una huelga de hambre en la puerta de una agencia de banco para exigir el reintegro de los tres retiros que han hecho en mi cuenta.

Si bien es cierto que el Banco de Venezuela nunca ha sido un buen banco, toda la vida las colas han sido muestra de los ineficientes que son, pero poco a poco se había venido repuntando entre los bancos sólidos del país, cosa que no va a cambiar en la actualidad porque siendo del estado, tienen a sus clientes cautivos. Sin embargo, los ciudadanos comunes como “quien suscribe”, que manejan allí modestas (modestísimas) cuentas nominas, ¿Qué hacemos?, ¿A dónde vamos?, ¿Quién me puede ayudar?, ¿A dónde reclamo?, lo mejor de todo, ¿Quién les exige?.

La verdad sea dicha, no me pienso cansar, el 6 de abril es la fecha en que se vence el plazo para la respuesta de la tercera reconsideración que he solicitado para mi caso. De no responderme, recurriré a otras vías legales, pero no voy a permitir que mi sueldo, se vea saqueado por la inoperatividad institucional de un banco. ¿Quién se robó mi dinero?, ¿está dentro del banco? ¿A dónde va el dinero que le quitan a cientos de clientes?, ¿será que cada operador de esos que me atiende al teléfono está implicado?, ¿los robos vienen de afuera?, ¿por qué no hacen nada para detenerlos? ¿O será que el departamento de seguridad del banco está como el toro, leyendo el periódico y fumando en las oficinas?, buenas interrogantes para un estudio… para quien pueda interesar.

Soñé que te veía

Los sueños parecen hablar, dicen de sensaciones y expectativas, deseos reprimidos, ideas que hacen feliz y hablan de temores cuando se vuelven pesadillas.

Sueño o pesadilla, estuviste conmigo mientras dormía, en un mundo inconcluso que no puedo detallar, calles de ladrillo, rejas que me daban por la cintura, matas de rosa o claveles rojos se veían al caminar. Tal vez, son los claveles que anuncian tu muerte. Que solo puede ser la tuya porque yo ya estoy muerta.

En una banca que estaba a orilla de una calle, tal vez una parada de autobús, que estaba frente a una iglesia de tres torres, con tres campanas que sonaban una detrás de la otra, sin parar. Allí estaba yo sentada, viendo pasar la vida, rodeada de flores y gente que caminaba de un lado a otro. Nadie se detenían en la parada, todos caminaban, solo yo estaba detenida en ese instante.
Pasaban carros, autobuses, trenes y nadie se detenía en la parada, yo miraba todo, pero no puedo detallar nada, no recuerdo caras, no recuerdo modelos de carros, solo sé que pasaban carros, autobuses y trenes sin frenar en la parada.

De repente, un autobús se detuvo, la trompa quedó por fuera de la parada y tú venías en la ventaja que quedó frente a mí. Cuando me viste, te paraste de tu puesto, caminaste hacia la salida y el autobús abrió la puerta para que salieras; tu saliste, pero yo ahora no estaba sentada en la banca, estaba parada en la puerta del autobús, te sonreí y me subí al autobús de la vida, mientras comenzabas a morir (te sentabas) en la parada que yo había dejado sola.

No vi tu cara, pero te tuve de frente y te sonreí. Nadie me dijo tu nombre, pero sé que eras tú. En mi sueño no tuve nada que decirte, nada que reprocharte. Una sonrisa fue suficiente y necesaria para decirte que yo vuelo mientras tú permaneces en el piso.

Tal vez, volar para mí es estar libre y sentarse es estar amarrado a un compromiso social. Eso soñé.

Enfermiza

Como sí fuera un cáncer que me va comiendo por dentro
Que me pudre la sangre y me deja sin aliento
Como un terremoto que en menos de un minuto devasta lo que ha costado años construir.
Me dejas indefensa
Me mientes y te creo.
Prefiero creerte antes que desenmascararte.
Quiero que no vuelvas, pero cuando te veo venir, me desarmo
Dejo caer mis defensas y comienza una guerra que huele a paz en mi cuerpo
En ese éxtasis, te creo, te creo, te creo todo
¿Por qué no me permito creerte en todo momento?
¿Por qué cuando no estas son tan evidente las mentiras?
Pero todas se desvanecen con tú presencia
¿Seré yo? ¿Serás efectivamente tú?
Ya no se sí creerle a mis presentimientos o creerle a tú cuerpo
Quisiera creer que eres verdad.
Pero aún sí eres mentira
Necesitó la paz que me da esta guerra.

Escribiendo un incidente en Primera persona del masculino

Por fin se acerca
Está parada en la vitrina, es más bella de cerca que de lejos
Que entre, que entre, que entre, cruzo los dedos y sigo pidiendo "que entre"
49,50 le respondo, a su pregunta de cuánto cuesta ese libro.
La invito a pasar, se lo entrego para que lo vea con calma y le sugiero otros títulos
¡Precisamente me tenía que preguntar por ese libro que yo no he leído!
Le sugiero que mire los estantes y lo hace.
Se detiene en los libros de literatura, toma uno que conozco y comienzo a hablarle de ese.
No la sorprendo, ya lo había leído y solo lo tomó para ver el precio.
Decide pagar los 49.50, le sigo sugiriendo que vea los estantes y se tome su tiempo, pero mira el reloj, entendí que se tiene que ir.
No puedo perder tiempo, son muchos meses viéndola de lejos, no sé cuando tendré otra oportunidad
Se ríe de mí sin parar, pero eso no me hará detener.
Resuelvo su burla diciéndole que se ve hermosa cuando ríe, que nunca deje de hacerlo. Creo que comienza a entender que es en serio,
Me evade diciendo que la confundo, le aseguro que no, que es ella, le hablo de su falda negra, del vestido azul, de las botas negras, la chaqueta roja y lo bien que le quedan los jeans.
Levanta una ceja, se le desdibuja la sonrisa, creo que me confunde con un maniaco depresivo o asesino en serie.
Vuelve a mirar el reloj, se rasca la nariz, y definitivamente se despide.
Sé que seguirá pasando todos los días por aquí, pero no sé cuando se volverá a detener
Lo que estoy seguro, es que desde ahora me mirará al pasar.