Esta blog es mi parlante entre el mundo, mi voz en letras, mi sentir en palabras y mi vida en digital.

Evento: Gerencia en tiempo de Crisis al desnudo

Mañana 28 de enero de 4:00 pm a 7:00 pm, en la sala Francisco de Miranda de la UCV, se estará realizando el evento, "Gerencia en tiempos Dificiles al Desnudo", para el cual he sido invitada para dar a conocer mi trabajo sobre Mary Parker Follett y la perspectiva de genero en la gerencia.

A continuación la agenda:

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Hora de Inicio : 4:15 pm
Presentación : 5 min, a cargo de nuestra companera Lic. Eneida Colmenares

5 minutos para las palabras de las autoridades


1era Ponencia: 4:25 a 4: 45 pm, a cargo del Lic. Marco Martínez:

* La integridad Management como modelo de competitividad y rentabilidad en la Crisis.


2da Ponencia: 4:50 a 5: 10 pm, a cargo de la Prof.Gloria Carrasco

* Mary Parker Follet: Una mujer en la teoría administrativa: su obra y su visión para la resolución de conflictos en la crisis de la revolución Industrial


3era Ponencia: 5: 15a 5: 35pm, a cargo del Prof.Douglas Becerra

* Perspectivas económicas de Venezuela. Atrapados en el laberinto.

15 minutos de Break..



4ta Ponencia: 5: 50 a 6: 10 pm a cargo del Lic. Omar Curatolo (Companero de la especialización)

* La Gerencia cuántica. como brindar respuesta a la crisis desde esta perspectiva



5ta y última ponencia 6:15pm a 6: 35 pm, a cargo del Lic. Adolfo Orozco

* La crisis como oportunidad de desarrollo

6: 40 a 6: 55 pm : 15 minutos para la sesión de preguntas y respuestas.

Descubriendo el Tango

Como si se tratara de descubrir el agua tibia, he comenzado a conocer el tango. Luego de la aceptación de mi ponencia sobre los adelantos de mi tesis doctoral, en el X Congreso Internacional de Feminismos en Argentina, a realizarse en mayo en la ciudad de Buenos Aires, he comenzado a prepararme a las experiencias que viviré durante una semana en Argentina.
El clima y la gastronomía fueron las primeras cosas que investigué, además de la moneda y las posibilidades de ir de comprar, los lugares que puedo visitar, las librerías, galerías y restaurantes. Leyendo algunos blogs sobre la cultura argentina, me he enterado de la influencia cultural que lleva implicado el tango, además de la fantasía que despierta en mi memoria recordar la escena de Al Pacino en Scent of a Woman, que faltan las palabras para describirla.




La primera vez que vi esta película, la escena del tango sencillamente me encantó, pero saber que estaré en la casa del tango, me hace fantasear con un episodio, por lo menos parecido, en mi vida. Un perfume exquisito en mi piel, un vestido que muestre todo aquello que se puede mostrar y el pleno conocimiento de mis movimientos ante una invitación a bailar un tango.
Lo que parece una fantasía, se ha convertido en el descubrir de una cultura, en el despertar de una conducta ajena para mí, porque el tango no comienza con la invitación a bailar, forma parte de toda una preparación exquisita, de la selección del vestido, los zapatos, el peinado, para pasar a transformar la conducta (por lo menos la mía) en un seducir al caminar, excitar al mirar y fascinar con los movimientos. Es un verdadero culto a la seducción, que juro, no sé hacer.
Para aprender, me inscribí en un curso de tango, que ha sido la ruptura de mis paradigmas femeninos, para pasar a lo que yo he tachado siempre de “anti-feminista”, porque está ligado a la competencia y el dominio de los sexos en la seducción. Claro que el tango no es una antesala al sexo, (aunque bien podría serlo), pero es un juego de movimientos seductores, apasionados, que acaloran y excitan “al baile”.
Mi primera clase ha sido una lección de qué ropa zapatos usar, cómo caminar sensualmente, cómo mover las caderas en ese caminar, mirar fijamente, rosar la piel, cómo dar la mano de manera provocativa, cómo sentarme, mostrar la rodilla y formar curvas en mis movimientos al caminar y sentarme. Todo lo contrario a lo que soy, pero estoy fascinada de descubrir que puedo, que me siento bien y sacándole provecho a mis sensaciones para plasmarlas en mis escritos y trabajos sobre feminidad y feminismo.
Experimenté con mi profesor un profesionalismo muy interesante, que se denota en la seducción que utiliza en la clase y la normalidad de su trato al terminar. Eso me alentó muchísimo, porque yo no podría dejar mi manera desaliñada de ser para convertirme en una provocativa seductora mujer, pero entiendo que puedo dejar salir la sensualidad que hay dentro de mí por unas horas de clase y otras de baile, una vez que aprenda, para luego pasar a la normalidad. Será como pasar un botón de encendido y apagado a la sensualidad.

¿Dónde se Encienden las emociones?

Entre Manos

Si las emociones gastan energía eléctrica, las mías entendieron la crisis y decidieron apagarse. Si tienen un encendedor, el de las mías está en off.

Nada me contenta, nada me molesta, si pierdo dinero no me preocupo porque ya vendrá de nuevo, si gano tampoco me alegra, puedo dejarlo guardado y se me olvida, puedo gastarlo y a veces intento gastar más de lo que tengo porque no nunca sé con cuanto cuento. Puedo pasar un viernes en la noche tomando vino sola y leyendo un libro, en absoluto silencio en mi cuarto, con el teléfono apagado para no escuchar invitaciones o puedo aceptar una insistente invitación a bailar y beber en cualquier lugar en Caracas. Me da igual si voy a la Estancia o a la Malagueña, me da igual si me invitan cerveza o whisky, si el vino es de Carora o Chileno. Si la salida del viernes termina el sábado en la playa bien y si no también.

Puedo despertarme un sábado a las 7:00 am a jugar tenis y terminar el día debajo de un árbol leyendo un libro, si me provoca hablar con la gente que me saluda lo hago y si no, las dejo hablando solas sin contestar y ni siquiera mirarlos, como si la educación se me hubiese ido a los pies.

Si alguien me dice un alago me doy por enterada, como si lo dicho fuera obvio e innecesario porque ya lo sabía. Eso no me da ni frio ni calor. Como tampoco me importa si lo dicho fue un insulto. No me defiendo de nadie, no me disculpo tampoco.

Compro cosas por el simple hecho de comprarlas, a veces, si no son necesarias las vendo o las regalo, porque no me importa. Estoy esperando una respuesta de crédito hipotecario y no tengo ninguna expectativa, si se da bien y si no también, no tengo planes para el si y menos para el no.

Mis amigas me llaman preguntando que hice y la respuesta siempre es "nada" , no quiero contarles que pasé el día en el club y despues fuí al cine, que prové un plato nuevo de sushi, que terminé de leer otro libro o que escribí un capítulo de la tesis; no contar nada es como hacerme a la idea de que no pasó, es aceptar que me daría igual si hubiese sido otra cosa a la que fue.

Cada día soy menos manejable, no acepto sugerencias, ni opiniones. Doy por entendido lo que no entiendo, y lo que entiendo me hago a la que no sabe. No creo en Dios, no creo en santos, no creo en milagros, no creo en la fe de la gente que reza, ni en la fe de los que todo los hacen en nombre de Dios o dándole gracias Dios. Me parecen tontos, pero como no me importa nadie, no se los digo.

No me importa el destino y me aburre pensar que está escrito. Si llego a descubrir que el mío está predeterminado, haré lo que hizo Lilit la primera esposa de Adan. Me iré corriendo hacia el infinito y nadie me volverá a ver nunca más.

Anécdotas de la Decadencia Caraqueña

Por tercera vez me recreo leyendo a Vicente Ulive-Schnell en unas vacaciones, esta vez lo hice con su primer libro publicado y llevado a formato pdf por él mismo como estrategia de no sé qué. Pero agradezco la acertada recomendación que me hiciera John Manuel Silva de que lo leyera y por su puesto el envío a mi correo del libro en el formato digital.

Son pocos los autores que pueda menciona de los que haya leído más de dos libro, sobre todo cuando se trata de literatura, (a los filósofos, metodólogos y gurus gerenciales los tengo que leer por cuantas veces publiquen, pero eso es por trabajo o estudio; bueno y a las feministas también las repito por gusto). Porque me pasa, que me aburro del discurso, comienzo a comparar lo que leí primero con esto que esto leyendo y comienzo a sentir que los autores se vuelven repetitivo. Pero esa es parte de mi decadencia. No culpen a Vicente, eso me pasó incluso con Umberto Eco, pero tanto de Eco como de Ulive-Schnell me he vuelto fans, y a pesar de encontrar coincidencias entre una novela y otra, siempre estoy pendiente de lo que publican para recrearme un poco. Creo que es lo mismo que la decadencia caraqueña a Vicente, no me gusta pero me entretiene.

Si he dado tantas vueltas, para resumir este libro, es porque no se cómo hacerlo. Trataré de resumir de qué se trata, sin emitir juicios de valor. Porque de la decadencia “Venezolana” (creo que no es solo Caraqueña, pero esto es repetitivo en Vicente, él cree que Caracas es Caracas y que el resto de Venezuela es distinta, eso sería un halago para Venezuela, pero lamentablemente no lo es) no se escapa nadie. Vicente al final se condena de decadente, el más decadente que todos, pero, si miro por el vidrio que nos dibuja con sus palabras al final del libro, una decadente como yo, no puede dar juicios de la decadencia de los demás. Así que me limitaré a decir de lo que se trata sin emitir juicios del verdadero trasfondo de este libro.

La anécdota narra dos días de la vida de un Caraqueño de clase media, podría decirse que aun adolecente (por cuanto todavía está estudiando en la Universidad su primera carrera de pregrado), que pese a sus diferencias de pensamiento y actitud se deja envolver por un sistema podrido de sociedad capitalista-consumista.

Este muchacho, supongo que es el mismo Vicente, aunque no se menciona su nombre por ninguna parte, (los amigos lo llaman loco, otros pana y los padres epa, o hijo), inicia comentando lo estéril que puede ser un domingo en Caracas, a través de un diálogo en solitario, hablando hacia un público que podría ser una persona o muchas. Perece un monologo, en el cual el público está allí sentado, escuchando y riéndose de las anécdotas que por su puesto habla, exclama e interroga, sin esperar respuesta para proseguir su monologo, combinado con algunos diálogos de pocas palabras, con sus amigos, y en dos o tres oportunidades con sus padres. Pero en esos diálogos siempre incorpora su pensamiento de lo dicho por otros o por él mismo, cuando se refiere a lo que él dice, queda claro que lo que piensa no se puede decir en público, porque si lo hiciera el decadente sería él; así que continua macabramente siguiéndole la corriente a la decadencia haciéndoles creer que él forma parte de ella, de la manera que ellos creen. (¿me enrede?) Porque en realidad, no deja de ser parte de la decadencia (imposible estar en este mundo y no formar parte de él), pero, representa más que parte de ella, el dedo en la yaga que exprime la herida.

Pero volviendo al principio, así comienza, describiendo un domingo cualquiera, en el que un muchacho cualquiera no tiene nada que hacer, o por lo menos nada planificado. Pero en vista de su popularidad, no le será posible quedarse en casa, disfrutando de una buena lectura y por su puesto de buena música (Yo no necesitaría más plan, con eso me basta). Pero a un joven de clase media, estudiante universitario y popular, los amigos no le permiten tales aburrimientos, era tan patético el asunto que en su monologo, relata cómo no era posible escuchar una canción de principio a fin, porque siempre sonaba el teléfono y ese día cualquiera, no fue la excepción.

Recibe una llamada con la invitación a un lugar al que no quiere ir, pero por falta de personalidad, resignación, o por no estar plenamente convencido que leer y escuchar música son lo máximo; se lanza a la aventura de manejar un domingo en Caracas. Los minutos que transcurren desde que sale de su casa, hasta que llega a la casa de un amigo para ensayar, parecen eternos, es más, me dio la impresión de que se trataba de un psicópata que lo único que necesita es matar a alguien para comenzar a encontrarle sentido a la vida. Pero en vista de que si comienza a matar a los que él llama decadente, tendría que matar a toda la ciudad y luego suicidarse, por lo que se conforma con decir cuánto quiere matar a tal o a cual.

La resignación está adherida a la vida de este chico, a tal punto que lanza dardos verbales, pero los recoge con cualquier comentario alentador para no lastimar más de lo indicado. Pareciera que quiere que cada quien reflexione sobre su propia existencia, pero cuando se da cuenta de que no hay nada que hacer, lo deja así. Una especie de resignación a dejarlos a seguir siendo felices, en su ignorancia. Por eso, no aceptó la segunda invitación de su amigo para ir al trasnocho (lugar decadente de Caracas que yo no conozco), y luego del ensayo se devuelve a casa a seguir con el disco y con la lectura. Pero el teléfono no se lo permite, esta vez, otro amigo que celebraba su cumpleaños, lo obliga a ir a su casa, y bueno, no le queda más que ir a una decadente fiesta caraqueña de la clase media. Allí, eran decadente todos: la bebida, la música, las mujeres, los hombres (solo por que metió a mujeres y hombres en el mismos saco no voy a reaccionar como una feminista ofendida) el cumpleañero, los padres de éste, el yacusi, las fotos de los viajes a Miami, las conversaciones, las opiniones sobre el miss Venezuela, el maquillaje de la mujer semáforo (boca roja y ojos verdes), los páspalos, en fin, nada se salva de la crítica acida de un joven diferente que le falta resignación y le sobran amistades que no sabe cómo mantener. Que es tan apático como para escuchar radio, pero tan maniaco como para dejar una canción por la mitad y tan paranoico como para quedarse en el carro escuchándola hasta que termine.

Total, que no le queda más que contar lo dura que puede ser la existencia en una ciudad en la que todos creen ser libres, porque no se dan cuenta de lo esclavos que son.

Con el retorno a casa a tratar de escuchar la segunda de Mahler y leer un poco, termina el primer día de los dos que componen la historia, para dar pie al lunes. Al detestable lunes de un universitario noctambulo que odia levantarse temprano, pero que hace un esfuerzo sobre humano, para adecuarse al sistema podrido que detesta y que le exige que estudie una carrera. Tamaña carrera, psicología, la carrera de todos, y de nadie, el deseo reprimido de muchos y el reprimido deseo de otros.

En la universidad la decadencia no termina, los profesores son decadentes, el cafetín es decadente, el estacionamiento con vigilante incluido, la escuela, el pasillo, los estudiantes de las otras escuelas, los compañeros más avanzados en la carrera, los que van al mismo nivel, el horario de entrada inventado por unos suizos que no saben nada de Caracas y que dominan desde el metro hasta la universidad, el horario de salida, los libros que los demás leen, los que no leen, las materias de la carrera, la inexistente relación entre una materia y otra, en fin, todo es decadente.
Pero en medio de todo, la mañana pasa sin novedad, con algunos recuerdos del tercer grado, de lo terco que puede ser un niño cuando no obedece a ciegas y lo resignada de su vida desde la infancia, y con la firme convicción de que la universidad hay que quemarla. Yo diría que al sistema educativo completo (sin los profesores adentro por favor), pero de eso nunca hablo y no lo voy a hacer ahora.

Se macha a su casa contento porque su carro seguía siendo de él, eso quiere decir que no se lo robaron, y luego de describir lo divina que es la vida del estudiante que va a clase y se acuesta a dormir en la tarde, vuelve a sonar el teléfono, con otra invitación que no pudo rechazar. Termina con otro decadente amigo, que además de ser pana, sentía por él una especie de lastima por las intenciones de éste, de pertenecer al grupito con el que había salido el domingo, tal vez por eso o por falta de personalidad (nuevamente) acepta que lo lleva a dar vueltas por las mercedes, soporta que le lanza silbidos a las mujeres, y que luego lo lleve a una discoteca decadente, donde la música, el baño, el sistema de pago, la gente y todo lo que se pueda nombrar, son decadentes. Nuevamente muestra en los diálogos lo vacía de las conversaciones, ridiculiza a la gente y luego recoge lo dicho, (como cuando psicoanaliza a una de las chicas), se aleja de las conversaciones con el pretexto de buscar cervezas o ir al baño, hasta que pasan las horas, insiste en irse y llega a dormir para terminar la anécdota de dos días de la vida de un caraqueño.

Finalmente dice tener pesadillas caraqueñas, que quedan en la imaginación. Tal vez, soñó que lo secuestraron, le llevaron el carro y dejaron desnudo en plena cota mil, pero que lo detienen en Guarenas y lo llevan preso por cualquier cosas de esas que inventa la policía. (lean el libro y verán por qué creo que soñó eso).

La isla de la pasión.

La isla de la pasión es una investigación periodística redactada como novela, en la que se van encadenando los sucesos investigados con el proceso mismo de la investigación, fue escrita por Laura Restrepo y está basada en acontecimientos ocurridos ya hace casi 100 años. En el libro se describe lo que debe haber ocurrido, según la brillante imaginación de Laura y se deja evidencia de cómo ella, encontró la información, en la redacción va dejando intencionalmente, algunas lagunas, crea dudas y genera interrogantes para que el lector por su propia imaginación determine qué fue lo que ocurrió.

Se trata de un rescate de 5 mujeres y 9 niños de la isla de Clipperton en 1916. Como es de imaginarse, seguirle el rastro a un suceso en esa época no es de ninguna manera fácil. Por un lado porque los principales informantes -es de esperar que- estén muertos, y por otro debido a que la información no está debidamente resguardada. Sin embargo, Laura no vaciló en sus averiguaciones, encontrándose con la tercera limitante de que los personajes cercanos a los que vivieron la tragedia deseaban olvidarla y por ende no querían hablar de ello.
En su labor, reconstruyo de manera perfecta la historia para redactará como novela o documental. Comenzó describiendo de manera mágica la isla de Clipperton, relacionando su historia con lo sobrenatural de los sucesos que la rodeaban, envolviendo así al lector en una ola mágica-misteriosa, en la que el lector va descubriendo junto con ella sucesos naturales y humanos, envueltos en misterios y miedos, imaginados por Laura o transmitidos por la historia de la isla.

Lo que hoy es territorio francés, fue en una oportunidad territorio mexicano, siempre amenazado con invasiones extranjeras, por su estratégica ubicación en el océano pacifico, pero sin contar con una seria política de soberanía.

Para 1908 es enviado el joven Ramon Araund, junto a su esposa y una tropa de aproximadamente 100 personas entre militares y civiles para poblar la isla. A Ramón lo nombraron gobernador de la isla, y fue ascendido a capitán del ejército mexicano, le correspondió a éste, dirigir a las personas que enviaron junto con él, coordinar las construcciones, y generar una serie de normas de convivencia en la isla para garantizar la supervivencia de todos.

El acuerdo con el que Ramón aceptó irse a la isla, era que cada dos meses le enviarían una embarcación con los víveres y utensilios necesarios para vivir en una isla, que lo único con que contaba eran 13 palmeras de coco, una laguna con agua fétida, atún, cangrejos y pájaros bobos. Sin embargo, la situación política de México no permitió que el trato se cumpliera a cabalidad, durante los primero años les enviaban barcos con los enseres y alimentos para tres meses, pero los barcos regresaban a los cinco o seis meses, sin embargo, luego de la caída del gobierno de Porfirio Díaz, el gobierno entrante no mostró interés en la isla y aunado a la situación política, entre México y Estados Unidos en donde estalló la revolución mexicana se suspendieron los viajes para la isla, quedando los habitantes a su suerte.

En la novela de Laura Restrepo, se evidencian los sucesos históricos y los familiares de los Araund, las personas más allegadas a la familia en la isla y los sobrevivientes a la tragedia ocurrida en la isla en 1914, momento en el cual los sobrevivientes quedaron desamparados, perdieron sus pertenencias, viviendas y comida. Allí acrecienta el padecimiento, comienzan las enfermedades, el hambre y la miseria. Se unen a los sobrevivientes de la tragedia 12 náufragos sobrevivientes de una embarcación que arrastró el sospechado tsunami a la isla, en vista de la tardanza de las provisiones (que nunca llegaron) tres de los marinos se lanzan al mar en una balsa para pedir ayuda y logran su cometido, enviando un barco norteamericano a la isla. Pero los mexicanos comandados por Arnaund no aprovecharon la oportunidad de salvar sus vidas, con la firme intención de esperar ayuda mexicana, resguardar la soberanía de la isla y obedecer las órdenes con las que había sido enviado a Clipperton. Ramón ignoraba la situación política mexicana, el estallido de la primera guerra mundial y que esa, sería su única oportunidad de sobrevivir.

Por primera vez, su esposa Alicia le pide a Ramón que salgan de la isla, diferente a 4 años antes, en los que estuvieron en México (por diligencias políticas de Ramón) y ella misma le pidió volver a Clipperton, Alicia deseaba irse del infierno en el que se había convertido su paraíso particular, comenzó a extrañar a su familia, las comodidades con las que había vivido con sus padres antes de casarse y sobre todo la civilización en la que querría que crecieran sus hijos.

Sin embargo, luego de enterarse de la decisión de quedarse de su marido, ésta le demostró a él, su obediencia y consagración como esposa, limpiando el porche de lo que quedaba de su casa, diciéndole que si iban a seguir allí tendría que ser en las mejores condiciones. Con esto, Alicia se resignaba a vivir al lado de su esposo e hijos en la isla y al igual que él esperar la ayuda del gobierno mexicano, nuevas órdenes, o mejores oportunidades para sus hijos.

Pero pasaron tres años de penurias, muertes, violaciones, hambre y necesidad. Ramón, en un intento desesperado por ser rescatado, murió con el capitán Cardona, dejando a 5 mujeres y nueve niños desamparados en la isla. Les tocó a estas, aprender a pescar, y formar una camaradería en la que dormían juntas y se repartían las tareas para sobrevivir ellas y salvar a los niños. Extrañamente, uno de los hombres que creían muerto, apareció vivo y se encargó de amargarles la existencia, violándolas y abusando de ellas, razón por la cual tomaron medidas drásticas, como cortarse el cabello para que no las arrastrar por la isla, y luego matarlo entre todas.

Finalmente, fueron rescatadas y llevadas a México por un barco norteamericano, allí Alicia contó al capitán su odisea por sobrevivir y salvar a los suyos, como ocurrió la muerte de su marido y la de los demás habitantes. El libro termina con la cita del diario del capitán, donde describe el momento en el que Alicia se reencuentra con su padre. Particularmente me hizo llorar la descripción desgarradora de aquel encuentro.